lunes, 17 de marzo de 2014

nosotros... y LOS PISTACHOS!!

Hay gente a la que ir al dentista le produce auténtico pavor. A mí no.
De pequeña fui tantas veces que el miedo terminó transformándose en una aburrida rutina y desapareció.
Mi dentista era gallego. Que no es que sea un dato súper relevante, pero haber nacido en Galicia era su rasgo más característico.
Tenía un aspecto del montón y su carácter era lo más soso del mundo, así que mi madre y yo no podíamos llamarle "el gafotas", "el borde" o "el pivonazo". Nos referíamos a él como "el gallego".
Aunque ahora que lo pienso, podríamos haberle apodado perfectamente "el sirvengüenza". Cada vez que íbamos a su consulta el muy jeta nos hacía aguardar más de una hora y media en la salita de espera. Allí todos sus pacientes nos desahogábamos entre nosotros despotricando de lo tardón que era. Seguro que alguna bonita historia de amor comenzó en aquella dichosa sala de espera.
Me pregunto cuántos días de mi vida habré malgastado en aquel piso del barrio de Las Fuentes si sumo todas las horas que pasé esperando a mi querido Gallego.
 
En realidad no todo fue tiempo perdido. Mejoré mi dentadura gracias a un aparato dental con el que imaginaréis estaba tremendamente atractiva. Y además, guardo en mi memoria muchas anécdotas, lo creáis o no divertidas, que mi madre y yo vivimos en el dentista.
Nuestra favorita es una que guarda relación con los pistachos.
 
El día P (de pistacho, obviamente), mi madre, que también era una de sus miles de pacientes, necesitaba que el Gallego le volviera a empastar una muela.
Y allí estábamos (después de esperar dos horas por supuesto). Mi madre en el típico sillón de dentista con la boca modo buzón y yo a su lado sentada en una sillita sin perderme detalle.
- Engracia, ¿no habrá comido usted frutos secos con cáscara demasiado pronto y por eso se le ha caído el empaste?
- Nogr, nogr. Ego esh que ustedg lo hijzo malg.
- Bueno, no sé, no sé... en fin, se lo vuelvo a colocar en un momentito.
Entonces yo, que como os comento estaba súper atenta, recordé lo que mi madre había comido días atrás en un terraza mientras charlaba con sus amigos.
PISTACHOS.
Uy. Mamá lo habrá olvidado, pero el otro día sí que comió frutos secos, pensé yo.
E inocentemente (juro que fue así aunque mi madre opine lo contrario), dije:
- Mamá, comiste pistachos el otro día, ¿no lo recuerdas?
- ¿Lo ve, Engracia? Ya decía yo... - sentenció el Gallego bien sonriente mientras mi madre me fulminaba con la mirada.
 
 
Esta mañana he ido al dentista.
Y para celebrarlo, me he puesto mi vestido color pistacho.
Mamá, ¿te gusta? ;)
 
 
 
 


 


 
Vestido: 29'90 euros
Jersey calado: 34'95 euros
Collar triángulo: 13 euros
Bailarinas: 34'90 euros
Bombín: 14'40 euros
Bolsa de tela: 15 euros

Todas estas prendas y muchas más, las podréis encontrar en vuestra tienda favorita... SOMMES DÉMODÉ ;)

¡Besos para todos!

8 comentarios:

Pilar Sánchez Cebrián dijo...

El mismo dentista que dos de mis amigas!! Jiji muchas historias podemos saber de él!! ;) Guapísima con tu vestido color pistacho! Besinesss :*

Belén Casanova dijo...

jajajaja que buena la historia!
yo soy de las que no temen al dentista
Un besote

Thinking About Clothes

Ursulinska dijo...

jijijiji estoy con tu madre...inocentemente...no sé yo...jijijiji :P

el vestido es super alegre!!

RockWithFashion dijo...

Nosotras y nuestra inocencia... Tengo alguna que otra anécdota así, menos mal que con el paso del tiempo vamos aprendiendo.
Yo creo que eso de esperar en el dentista lo aprenden en la carrera, a todos los dentistas que he ido, mínimo una hora de sala de espera, y además no es que tengan la sala de espera más amena...

A SWEET DAY dijo...

Jajaja seguro que no lo hiciste a idea? ;) A mí no me dan miedo porque he tenido que ir mucho pero no me gustan. Lo de la tardanza en los dentistas creo que va con la profesión…
Por otro lado, el vestido es muy bonito!

Besos

David dijo...

Eres de las pocas personas que manifiesta abiertamente que le gusta ir al dentista (o que al menos no le molesta). Yo no es que tenga pavor, pero es cierto que cuando vas para hacerte una simple limpieza siempre te acaban encontrando algo más: una caries, una muela del juicio que sería mejor sacar, unas encías irritadas a las que le vendría bien un curetaje. De hecho, ahora parece que la simple limpieza anual no es suficiente en la mayoría de los casos y se ha puesto de moda recomendar curetajes (una limpieza de una mayor profundidad que se centra en el espacio que hay entre el hueso y la encía. Doloroso y caro.
No hay como ser dentista para ganarse bien la vida. Creo que en el ránking de profesiones mejor pagadas están ellos detrás de los notarios y los cerrajeros (los errajeros: ¿cobrar 70 euros por trabajar 2 minutos? Creo que me equivoqué de profesión).

Por cierto, tu post me ha recordado que me toca mi visita anual al dentista... Uff.. ¡Qué pereza!

Marta - In fashion with you dijo...

Jajajaja! Qué bueno :D
Yo sí me creo que lo hicieras de manera inocente, estoy convencida de que yo también se la lié así alguna vez a mi madre, aunque en el dentista no me suena.

Muy guapa!

Besos,
In fashion with you

PD. Sales en nuestra guía de Zaragoza ;)

Mua Carmen dijo...

Buffff con lo mal que lo paso yo ... mira que me quiero poner aparato y lo voy dejando y dejando jajaj Por cierto, guapa no guapísimaaaa

muacarmen.blogspot.com
www.muacarmen.com

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