nosotras... y LOS OLORES!!

Ah, amigos. El gran mundo de los olores. Cuántas alegrías y cuántas penas es capaz de proporcionarnos.

Dos películas se me vienen a la cabeza así, ahora mismo, al hablar de este tema. En primer lugar, cosa obvia, la basada en el libro 'El Perfume'. Grenouille, ese raruno ser con tremendas cualidades en su nariz. La segunda, 'Dentro del Laberinto'. De esta me he acordado porque sus protagonistas temen a lo largo de toda la película ser enviados al Pantano del Hedor Eterno. Un lugar en el que tan sólo mojarte el dedo gordo del pie traerá pésimas consecuencias. Apestarás para el resto de tu vida.

Todos sabemos que aquí, en la vida real, el olor no juega un papel tan importante como en estas historias... ¿O sí?.

Llegar a casa a mesa puesta y comprobar al entrar por la puerta que hay col para comer. Puajjjj - pensarás al instante. 'Jo, noooo, ¡¡¡¡mamá!!!!'.

Asegurarte de tardar al menos un millón de años en entrar al váter cuando según quién acaba de abandonarlo.

He llegado a programar mis idas y venidas al centro procurando pasar por el Paseo Teruel. Todo para poder oler una confitería que hay en esta calle. Ni siquiera hacía falta que estuviese abierta. Ese tramo siempre olía a chocolate y otros dulces. Casi hacía que ir a renovar el DNI a la comisaría que se encuentra a sólo unos metros no fuese tan horroroso.

Recuerdo que, cuando habían pasado unos meses después de que mi tío muriera, hace ya años, lo olí en el autobús. A ver, no me estoy flipando por creer haber tenido una experiencia paranormal.
Él fumaba Ducados, que, no es que yo entienda mucho, tiene un olor distinto a otras marcas de tabaco. Y él tenía ese olor. Tal vez mezclado con el de su colonia diaria, su café mañanero o su furgoneta de repartos. Era su olor característico. Y allí estaba yo sentada en uno de los asientos contrasentido del bus. De repente surgió. Mi nariz notaba como si mi tío estuviese detrás de mi. Luego desapareció, supongo que cuando el señor que olía como él (porque este olor era de señor, no de señora) bajó en su parada y se sacó un Ducados del bolsillo.

El día que llevé este look fue el domingo pasado, día en que suelo comer en casa de mi abuela. Me gusta ir porque su casa huele a los recuerdos de todas las Navidades que ahí hemos pasado la familia. Y a paella, marmitako o arroz con bacalao, todos los platos que sólo como allí y sólo en domingo.
Y terminemos ya con esto, por Dios. Que al final me va a quedar un texto sensiblero y me estoy poniendo tontorrona.
¡Besos para todos!

Vestido: ASOS

Botas: ZARA

Chaleco: PULL&BEAR

Bolso: BLANCO

Sombrero: tienda local

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